CAPITULO XII
GENEROSIDAD
Es necesario amar y ser amado, pero para desgracia del mundo las gentes ni aman ni son amadas.
Eso que se llama amor es algo desconocido para las gentes y lo confunden fácilmente con la pasión y con el temor.
Si las gentes pudieran amar y ser amadas, las guerras serían completamente imposibles sobre la faz de la tierra.
Muchos matrimonios que podrían verdaderamente ser felices, desgraciadamente no lo son debido a los viejos resentimientos acumulados en la memoria.
Si los cónyuges tuvieran generosidad, olvidarían el pasado doloroso y vivirían en plenitud, llenos de verdadera felicidad.
La mente mata al amor, lo destruye. Las experiencias, los viejos disgustos, los antiguos celos, todo esto acumulado en la memoria, destruye el amor.
Muchas esposas resentidas podrían ser felices si tuvieran generosidad suficiente como para olvidar el pasado y vivir en el presente adorando al esposo.
Muchos maridos podrían ser verdaderamente felices con sus esposas si tuvieran generosidad suficiente, como para perdonar viejos errores y echar al olvido rencillas y sinsabores acumulados en la memoria.
Es necesario, es urgente que los matrimonios comprendan la honda significación del momento.
Esposos y esposas deben sentirse siempre como recién casados, olvidando lo pasado y viviendo alegremente en el presente.
El amor y los resentimientos son sustancias atómicas incompatibles. En el amor no puede existir resentimientos de ninguna especie. El amor es eterno perdón.
Existe amor en aquellos que sienten angustia verdadera por los sufrimientos de sus amigos y enemigos. Existe amor verdadero en aquel que de todo corazón trabaja por el bienestar de los humildes, de los pobres, de los necesitados.
Existe amor en aquel que de manera espontánea y natural siente simpatía por el campesino que riega el surco con su sudor, por el aldeano que sufre, por el mendigo que pide una moneda y por el humilde perro angustiado y enfermo que fallece de hambre a la vera del camino.
Cuando de todo corazón ayudamos a alguien, cuando en forma natural y espontánea cuidamos el árbol y regamos las flores del jardín sin que nadie nos lo exija, hay auténtica generosidad, verdadera simpatía, verdadero amor.
Desafortunadamente para el mundo, las gentes no tienen verdadera generosidad.
Las gentes sólo se preocupan por sus propios logros egoístas, anhelos, éxitos, conocimientos, experiencias, sufrimientos, placeres, etc. etc.
En el mundo existen muchas personas, que sólo poseen falsa generosidad. Existe falsa generosidad en el político astuto, en el zorro electoral que derrocha dineros con el propósito egoísta de conseguir poder, prestigio, posición, riquezas, etc., etc. No debemos confundir gato con liebre.
La verdadera generosidad es absolutamente desinteresada, pero fácilmente se puede confundir con la falsa generosidad egoísta de los zorros de la política, de los pillos capitalistas, de los sátiros que codician una mujer, etc. etc.
Debemos ser generosos de corazón. La generosidad verdadera no es de la Mente, la generosidad auténtica es el perfume del corazón.
Si las gentes tuvieran generosidad olvidarían todos los resentimientos acumulados en la memoria, todas las experiencias dolorosas de los muchos ayeres, y aprenderían a vivir de momento en momento, siempre felices, siempre generosos, llenos de verdadera sinceridad.
Desgraciadamente el YO es memoria y vive en el pasado, quiere siempre volver al pasado. El pasado acaba con las gentes, destruye la felicidad, mata el amor.
La mente embotellada en el pasado jamás puede comprender en forma íntegra la honda significación del momento en que vivimos.
Son muchas las gentes que nos escriben buscando consuelo, pidiendo un bálsamo precioso para sanar su adolorido corazón, más son pocos aquellos que se preocupan por consolar al afligido.
Son muchas las personas que nos escriben para relatarnos el estado miserable en que viven, pero son raros aquellos que parten el único pan que les ha de alimentar para compartirlo con los otros necesitados.
No quieren las gentes entender que detrás de todo efecto existe una causa y que sólo alterando la causa modificamos el efecto.
El YO, nuestro querido YO, es energía que ha vivido en nuestros antecesores y que ha originado ciertas causas pretéritas cuyos efectos presentes condicionan nuestra existencia.
Necesitamos GENEROSIDAD para modificar causas y transformar efectos. Necesitamos generosidad para dirigir sabiamente el barco de nuestra existencia.
Necesitamos generosidad para transformar radicalmente nuestra propia vida.
La legítima generosidad efectiva no es de la mente. La auténtica simpatía y el verdadero afecto sincero, jamás pueden ser el resultado del miedo.
Es necesario comprender que el miedo destruye la simpatía, acaba con la generosidad del corazón y aniquila en nosotros el perfume delicioso del AMOR.
El miedo es la raíz de toda corrupción, el origen secreto de toda guerra, el veneno mortal que degenera y mata.
Los maestros y maestras de escuelas, colegios y universidades deben comprender la necesidad de encaminar a sus alumnos y alumnas por la senda de la generosidad verdadera, el valor, y la sinceridad del corazón.
Las gentes rancias y torpes de la pasada generación, en vez de comprender lo que es ese veneno del miedo, lo cultivaron como flor fatal de invernadero. El resultado de semejante proceder fue la corrupción, el caos y la anarquía.
Los maestros y maestras deben comprender la hora en que vivimos, el estado crítico en que nos encontramos y la necesidad de levantar las nuevas generaciones sobre las bases de una ética revolucionaria que esté a tono con la era atómica que en estos instantes de angustia y de dolor se está iniciando entre el augusto tronar del pensamiento.
LA EDUCACIÓN FUNDAMENTAL se basa en una Psicología revolucionaria y en una ética revolucionaria, acordes con el nuevo ritmo vibratorio de la nueva era.
El sentido de cooperación habrá de desplazar totalmente al horrible batallar de la competencia egoísta. Se hace imposible saber cooperar cuando excluimos el principio de generosidad efectiva y revolucionaria.
Es urgente comprender en forma íntegra, no sólo en el nivel intelectual, sino también en los distintos recovecos inconscientes de la mente inconsciente y subconsciente lo que es la falta de generosidad y el horror del egoísmo. Sólo haciendo conciencia de lo que es en nosotros el egoísmo y la falta de generosidad brota en nuestro corazón la fragancia deliciosa del VERDADERO AMOR y de la EFECTIVA GENEROSIDAD que no es de la mente.
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